El fin de la era Merkel se ha consumado. Luego de 16 años de la líder democristiana al frente del ejecutivo, y de ocho consecutivos de gran coalición, en Alemania se abre una nueva etapa marcada por un reordenamiento del sistema de partidos. Es decir, ya nada será igual en la política alemana.
La salida de Angela Merkel deja un escenario inédito en el país germano. Los otrora partido mayoritarios apenas alcanzan un cuarto de los votos. Si comparamos los resultados de septiembre de 2021 con los de 2005 al inicio de la era Merkel tanto el partido socialdemócrata (SPD) como la Unión (CDU/CSU) han perdido en conjunto alrededor de 10 millones de votos. Y si bien es cierto que el resultado de la última elección puede ser leído como un gran triunfo para el SPD luego de estar en sus mínimos históricos de intención de voto, es innegable que ya no es el partido que moviliza grandes mayorías.
La situación de los partidos mayoritarios que históricamente han nombrado a todos los cancilleres federales desde la segunda guerra mundial se contrapone con la de los minoritarios. Es decir, aquellos partidos que sólo habían jugado un rol complementario en la formación de gobierno y por lo tanto en su capacidad de influencia política. Tanto los liberales como los verdes han modificado la ecuación y han pasado de ser poco más que testigos del accionar del SPD y la CDU/CSU ha convertir en protagonistas principales. Fueron ellos los que decidieron con cual partido sentarse a negociar una coalición. Y eso era algo impensable hace diez años en Alemania.
La agenda del nuevo gobierno
El nuevo gobierno alemán está conformado por tres partidos relativamente diferentes, al menos en lo que se refiere a determinadas concepciones políticas. El puesto de canciller ha quedado en manos del socialdemócrata Olaf Scholz que propone una agenda más social, al menos desde lo discursivo, con la subida del salario mínimo, por ejemplo. Este intento por impulsar políticas públicas más sociales del SPD es compartido por uno de sus socios de coalición: el partido verde (Bündnis90/die Grünen). No obstante, el objetivo fundamental de este último se centra en la lucha contra la crisis climática. El tercer aliado es el partido liberal (FDP) que maneja la cartera de Finanzas y puede convertirse en un freno para aquellas políticas sociales, aunque en las primeras semanas de gobierno se ha mostrado abierto a la inversión en la economía por parte del Estado.
Liberales y verdes ocupan un lugar muy relevante en el centro político. Más precisamente, han conseguido, en conjunto, más votos que el partido del actual canciller Olaf Scholz, el SPD. Y con ello han sido capaces de sentar sus preferencias, o parte de ellas, en la agenda política del nuevo gobierno, es decir, en el contrato de coalición. Y aquí es donde se observa otro cambio en relación a la era Merkel, al menos desde las intenciones. En primer lugar, una Alemania que repare en la deuda social y la desigualdad existente, entre Este y Oeste, entre mujeres y hombres, entre trabajos remunerados justamente y trabajos precarios. En segundo lugar, una Alemania que se enfoque en desarrollar planes concretos para luchar contra la crisis climática y se reduzcan las emisiones de CO2, en línea con la frase de Annalena Baerbock en el último debate electoral: “Este es el último gobierno que puede hacer algo antes de que sea demasiado tarde.” Y en tercer término, una Alemania que fomente la innovación y las inversiones tecnológicas necesarias para afrontar los desafíos del siglo XXI, algo en lo que se ha visto estancada y cuyo mayor exponente es la utilización del fax como medio de comunicación entre ministerios en medio de una crisis sin precedentes como la de la pandemia.
Esas tres columnas representan a grandes rasgos los mensajes principales de estos tres partidos durante su campaña electoral. Se podrá discutir si uno u otro ha salido más favorecido en las negociaciones de coalición, pero lo importante es que el nuevo gobierno busca encarnar lo que los alemanes y alemanas votaron en septiembre pasado: un cambio.
Real Politik
El gran desafío es cumplir la promesa. Estar a la altura de las expectativas. No defraudar a un electorado, en gran parte joven si observamos la composición del voto a verdes y liberales, que espera mucho y muy rápido. Pero también es cierto que un bueno gobierno también requiere de un buen manejo de expectativas. En ese sentido la comunicación será fundamental para explicar los desafíos actuales de la pandemia por ejemplo. O mejor aún, transmitir la necesidad de pensar en soluciones para la reducción de emisiones que trasciendan las fronteras de Alemania. Soluciones que precisan de diplomacia de alto vuelo, de negociaciones con países amigos y otros no tanto, de tiempo.
La necesidad de una política migratoria
Y en ese listado también aparece la migración. Una cuestión que durante la era Merkel no ha recibido una debida concepción, desarrollo e implementación de una política migratoria. Porque si algo nos ha enseñado la crisis humanitaria de 2015 es que escuchar las posiciones nativistas de la derecha radical sólo ha reforzado a estos partidos y a la polarización social entre las personas. Ayudar a quien está en peligro es un valor al que una democracia liberal y los partidos políticos que la componen no pueden renunciar. Y por otra parte, existe una realidad innegable: Alemania necesita migrantes. En agosto de 2021 la Oficina Federal del Trabajo señaló que el país necesita al menos 400.000 inmigrantes por año a causa del desarrollo demográfico actual.
Ya sea por su dimensión política, económica o moral, esta cuestión ya no es una fuente de reacciones espasmódicas de la política que marcaron los últimos años del gobierno liderado por la CDU y la CSU junto a los socialdemócratas. Al contrario, el nuevo gobierno ha buscado sentar las bases para repensar esta situación y adoptar una postura proactiva. Derecho migratorio, derecho al asilo y políticas de integración se convierten en tres elementos clave para la nueva política migratoria, o lo que ellos mismos definen como “un cambio de paradigma”.
Hay debate sobre si estas propuestas efectivamente cambiarán el sistema preexistente. Incluso en relación a los impedimentos que puedan surgir a nivel europeo cuando las propuestas alemanas choquen con posiciones menos progresistas. Sin embargo, la necesidad de aquel cambio de paradigma es evidente. Será interesante observar qué otras innovaciones se plantean para la integración, por ejemplo a la vida política, de los migrantes en Alemania. Una discusión sobre cierto acceso al derecho al voto luego de determinado período sería un muy relevante para fortalecer la participación y representación de estas personas.
Franco Delle Donne
Doctor en Comunicación por la Freie Universität Berlin. Co-Host del podcast en español sobre política alemana El Tercer Voto, y productor del podcast narrativo Merkel. La canciller de las crisis. Realizador en Rombo Podcasts. Director de Epidemia Ultra, proyecto de divulgación y análisis de estudios sobre la derecha radical en el mundo.