Ser activos en la Misión implica comprometerse en la sociedad con la realidad, muchas veces muy dura, de la emigración. Detectar injusticias y limitaciones a los legítimos derechos de los emigrantes sin combatirlos es hacerse cómplice de esa situación y dar un testimonio antievangélico.
Muy importante ha sido y es el compromiso de las Misiones por colaborar con todas las instituciones y grupos que se preocupan y trabajan por mejorar la condición y la calidad de vida de los emigrantes. En la historia de la emigración alemana hay que resaltar el compromiso especial de las Misiones con la Confederación de Asociaciones de Padres de Familia y La Academia Española de Emigración que ha servido para que el éxito escolar de los alumnos hispanohablantes en Alemania sea una de las páginas más honrosas de la historia de la emigración.
La colaboración de las Misiones Católicas con todas las instituciones que trabajan buscando el bien común sigue siendo fundamental para ofrecer acogida, acompañamiento y ayuda a los nuevos emigrantes que están llegando a Alemania y para facilitarles su primera integración.
Trabajar con emigrantes es trabajar en las periferias de los países ricos donde también se encuentran personas pobres, marginadas y muchas necesidades. Es imprescindible para la Iglesia estar ahí, con ellas, en una postura samaritana de ayuda incondicional en estos momentos en que el mundo corre el riesgo de deshumanizarse desentendiéndose de los últimos. “Dios es real, si se manifiesta en nuestro hoy” dijo el Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.
Feminización de la Iglesia. Iglesia de puertas abiertas – Iglesia en salida
Muy importante es conseguir que las Misiones no sólo acojan y ayuden, manteniendo sus puertas abiertas al que llega, sino que además, salgan al encuentro del que no la frecuenta, del indiferente y del que se marchó de ella. Para lograr esto me parece imprescindible la colaboración de la mujer en todas las tareas de la misión, la feminización de la iglesia, para que muestre un auténtico rostro humano capaz de seguir dando confianza y estar cercana a todos.
Las Misiones deben ser “escuela de aprendizaje” para colaborar con otras religiones, practicar el ecumenismo y colaborar con todos los que buscan el bien común. Luchar juntos para erradicar el racismo, la xenofobia y cualquier discriminación es más importante que todas las discusiones de alta teología y anima a todos los participantes a practicar el respeto y la tolerancia para una convivencia enriquecedora.
En este país que destruyó pacíficamente, en 1989, el muro de Berlín, que parecía misión imposible, debemos construir puentes, no muros para vivir la Fe. Necesitamos una Iglesia de la mano tendida a todos, una iglesia que se vitalizará por el testimonio de los creyentes.
Las Misiones deben abrir las puertas a los emigrantes sin papeles, que, por tener recortados tantos derechos sociales y culturales y estar expuestos a la marginación, explotación y expulsión son los más pobres en esta sociedad. Ellos necesitan el apoyo de las Misiones para sentirse menos desprotegidos y sobrellevar más fácilmente su vida clandestina. No se puede olvidar en la iglesia, ni en las Misiones, la dedicación a este colectivo tan vulnerable y socialmente tan desprotegido.
Evangelizar, es decir: celebrar y anunciar la buena noticia de la salvación de Jesucristo en una sociedad secularizada sigue siendo la tarea nuclear imprescindible de las Misiones. Si desde el comienzo de la emigración la Iglesia entendió que la mano de obra emigrante eran personas con todos sus derechos, la historia de la emigración ha demostrado que el trabajo pastoral es también social, intercultural e interreligioso. Todo cristiano adulto con experiencia personal y comunitaria de su fe debe ser activo en la Comunidad y comprometido en la sociedad en la que vive. La fe es camino de confianza en Dios y de confianza en las personas. Así, con este compromiso, podemos predicar y aceptar la salvación de Jesucristo que nos manifiesta el sentido de la vida y el destino de la persona.
Mgr. José Antonio Arzoz
Sacerdote en Alemania desde 1967 (desde 1972 trabajó con hispanohablantes)
Delegado Nacional Misiones Católicas de Lengua Española 1990-2015
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