El mecanismo de integración a un país no debe de pasar por el olvido de las raíces
Del acuerdo entre la Conferencia Episcopal Española y Alemana, en 1961 se creó la Delegación para las Comunidades Católicas de Lengua Española, con el fin de apoyar y coordinar la labor de los sacerdotes de las Misiones de habla hispana en Alemania. Esta labor la viene desempeñando desde el año 2015 el Presbítero mexicano Dr. Raúl Herrera Cervantes, quien compagina la Dirección de la Comunidad Católica de Lengua Española “Virgen de Guadalupe” de Sttutgart (Baden-Wurtemberg) con sus funciones como Delegado Nacional, para ir un poco más allá de ofrecer una prestación burocrática, tratando de federar las diferentes comunidades en sus esfuerzos pastorales.
Mayor voluntad humana
Herrera, quien se describe como “el visitador de comunidades”, asegura que de cara al futuro se necesita mayor voluntad humana para organizar y desarrollar proyectos pastorales comunes. Proyectos que surjan de la unión de las necesidades de las diversas zonas que se han creado durante su gestión, como: la zona Norte, Sur, Centro Este y la Centro Oeste (próximamente) y que tienen como representantes ante el Consejo Nacional Pastoral (CONAPA) a un sacerdote y dos laicos. “Yo me he fijado, en que no sólo es no tener dinero, no sólo es no tener espacio, sino no tener la capacidad humana de hacer proyectos pastorales que son verdaderamente diferentes a los que la Iglesia alemana está acostumbrada, este es el verdadero desafío que tenemos de cara al futuro”, expresó.
Integrarse manteniendo las raíces
Como Delegado Nacional y como Párroco, la principal preocupación de Herrera en el futuro próximo, es que se pierda la cultura del migrante en el proceso de integración. De acuerdo a su experiencia, explica que se puede constatar históricamente que algunas generaciones, después de las primeras migraciones españolas, se integraron de tal manera a la cultura alemana que olvidaron sus raíces. Situación que puede repetirse con la llegada de nuevas generaciones provenientes de América Latina, de acuerdo a su análisis. En este mismo sentido, considera que la diversidad cultural, el contacto con las diferentes expresiones artísticas, valores y gastronomía, son los aspectos más importantes que los migrantes podemos entregar al país de acogida. “Yo creo que todos estamos en ese miedo o angustia de perder lo que nosotros somos y lo más importante, tal vez, quitarle a este país lo que podríamos haberle dado: el amor a una cultura, el amor a un pasado, el amor a una religión, en este caso a la iglesia católica cristiana. No debemos perder la esencia que tenemos por el susodicho integrarse, por el susodicho hacerse como los de aquí, y terminar siendo precisamente secularizados como cualquier otro y convertir nuestras comunidades cristianas en clubes de asociaciones sociales”.
Una misma lengua con matices distintos
La vida comunitaria y la integración entre las personas hispanohablantes, según su país de origen es otro de los temas que preocupa al nuevo Delegado Nacional. La riqueza idiomática puede aportar nuevos conocimientos, pero también generar confusión a la hora de enfatizar conceptos y descripciones sobre un mismo tema. “No solo se trata de integrarse al país de acogida. Se trata además de integrarnos entre nosotros, pues los más de 20 países de habla española que estamos en Alemania, no por el hecho de hablar español nos entendemos. Aquí hay aún una tarea por delante que es la integración entre los hispanohablantes, pues cada país ha vivido una historia diferente y aunque hablemos el mismo idioma no hay que suponer que por eso nos entendemos. ¿Quiere un ejemplo? Pongámonos de acuerdo qué es y de dónde es originario el Pisco”.