La cumbre sobre Cambio Climático del 2022, conocida como COP 27, se realizó del 6 al 18 de noviembre en el destino turístico de Sharm el-Sheij en Egipto, reuniendo a más de 45.000 participantes.
Los resultados más notables de esta cumbre se enfocan en las decisiones concernientes a 2 grandes temas: i) las pérdidas y daños – concepto a explicarse en las líneas siguientes; y ii) la reafirmación del compromiso de todos los países a tomar medidas para limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 °C para fines del siglo.
Dichos resultados son fundamentales si consideramos los informes publicados por la ONU semanas antes de iniciar la COP 27, advirtiendo que los compromisos actuales de los gobiernos sitúan al mundo en la senda de un calentamiento de 2,5 °C para finales de siglo. Asimismo, las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse en un 45 % de aquí a 2030 para limitar el calentamiento global a 1,5°C. En este sentido el haber reafirmado este compromiso en Egipto mantiene viva la posibilidad de lograr limitar el aumento de temperatura.
Lo anterior está directamente relacionado con los efectos cada vez más severos del cambio climático, por ejemplo, las graves inundaciones acontecidas pocos meses atrás en Pakistán que costaron la vida a más de 1,100 personas, sumergieron bajo el agua a un tercio del país y generaron daños económicos devastadores. Las imágenes de la tragedia pakistaní, estuvieron muy presentes cuando la COP reconoció la necesidad de enfrentar los impactos sociales y financieros del cambio climático que no pueden evitarse los cuales se denominan «pérdidas y daños».
Hasta la noche anterior al comienzo de la COP27, no estaba claro si se llegaría a un acuerdo sobre cómo -y si- las pérdidas y los daños figurarían formalmente en la cumbre.
Afortunadamente, al final de la cumbre los gobiernos acordaron establecer un fondo específico, para ayudar a los países en desarrollo a responder a las pérdidas y daños, aunque los detalles del fondo aún deben concretarse.
Esta decisión es un gran logro para los países más vulnerables, por ejemplo, los pequeños estados insulares y muchos países latinoamericanos, sobre todo cuando gobiernos como el alemán han anunciado ya un aporte de 170 millones de euros para apoyarles.
La responsabilidad moral y ética de apoyar financieramente a los países más afectados por los desastres climáticos ha sido frecuentemente mencionada en las declaraciones del Vaticano en los últimos años. En su mensaje a la COP 26, celebrada en Escocia en el 2021, el Papa Francisco hizo un llamado a que los países ricos asumieran mayor liderazgo en brindar recursos financieros a los países que vienen ya sufriendo las pérdidas y daños causados por el cambio climático.
Si bien el tema principal de esta cumbre fueron las pérdidas y los daños, al final podríamos decir que el desenlace se traduce en avances y beneficios para los países más vulnerables, pero no debemos olvidar que los esfuerzos por frenar el aumento de la temperatura deben intensificarse si queremos evitar mayores tragedias humanas y económicas.
Alejandro Kilpatrick