Reflexión a partir del Encuentro para Líderes Juveniles del 22 al 24 de septiembre de 2023 en Köln
Entre el 22-24 de septiembre tuvo lugar en Colonia un nuevo Encuentro de Capacitación para el Ministerio Juvenil (CMJ). ¿En qué consistió? Es un fin de semana de convivencia y formación orientado a los jóvenes católicos hispanohablantes que asumen o asumirán la responsabilidad de liderar los grupos de jóvenes de sus Misiones. Liderar, como educar, ¡es siempre un riesgo! Pero como decía Platón, “el riesgo es bello”. En las próximas líneas quería compartir con vosotros algunas de las cosas que allí vivimos, y animarte a ti, joven que aún no has participado en estos encuentros, a saltar a la piscina si ves que tu llamado dentro de la Iglesia es a ser pastorcito en tu comunidad.
El tema elegido para este encuentro fue la Comunicación. Y como ‘de lo que desborda el corazón habla la boca’, empezamos cada día con un rato de Adoración al Santísimo junto con las Hnas. del Amor de Dios, que nos acogieron en su casa.
El sábado por la mañana empezamos con el primer contenido “Los cuatro niveles de la escucha” presentado por Marta Gaspar, una de las jóvenes que asistían al encuentro. Me marcó tanto que he querido dedicar el resto de este artículo a resumir algunas de las conclusiones que yo saqué. Quizás os resulte evidente que existe una relación muy fuerte entre la capacidad de liderazgo y la calidad de nuestra comunicación. Lo que yo no sabía es que lo que más determina la calidad de la comunicación, antes que la elocuencia o persuasión, es la escucha. ¿Pero en qué consiste escuchar? ¿Y qué parte de nosotros se implica en la escucha activa? (Spoiler, lo de menos son los oídos).
Marta nos presentó la teoría de la escucha de Otto Scharmer, que distingue 4 niveles o profundidades de escucha según la apertura del receptor y los frutos que esta engendra.
Nivel 0 o Descarga: consiste en una escucha selectiva, o más bien sordera selectiva – solo “descargo” la información que reafirma mis conocimientos y opiniones previas. No hay verdaderamente comunicación porque no hay apertura, estoy encerrada en mi prisión – todo lo que percibo es reflejo de mí misma. Vivo bajo la impresión de comunicar, pero no existe diálogo porque como decía Martin Buber, el diálogo implica atravesamiento, traspaso. El prefijo dia- significa ‘a través de’. ¡Sin una apertura al ‘tu’ reconocido como distinto del ‘yo’ no puede haber comunicación! (1).
Escucha Factual: Primer nivel de la escucha, que consiste en abrir la mente y quitar el filtro de mis prejuicios a lo que escucho. Entonces, cuando detecto algo que no coincide con lo que previamente sé, en vez de rechazarlo lo recibo, lo guardo. Aunque aún me involucro con el otro de manera muy racional, mi mente está abierta a cambiar de perspectiva. Hay esperanza porque puedo entrar en diálogo con el otro, puedo crecer y ampliar mi horizonte.
Escucha Empática: un nivel más profundo de escucha, que supone abrir el corazón para ponernos en los zapatos de quien nos habla. Permite una comunicación en que no solo me implico con la información que recibo, sino que establezco una conexión emocional con quien me habla. Aquí descubro la riqueza de mirar el mundo desde los ojos de otro, mientras no solo cambian mis ideas sino también mi corazón. Este es el nivel de la comunicación propiamente humana.
Escucha generativa: anteriormente desconocida para mí, este nivel de escucha es el más profundo. Diría que es el nivel de la escucha en que el otro no solo penetra en tu corazón (no eres ajeno e indiferente a lo que te cuentan) sino que el otro es capaz de conocerse y descubrirse a través de ti. A través de la apertura del alma (que es inteligencia y voluntad) sirves de agua cristalina donde el otro puede mirarse a través de los ojos de Otro (y esto a mi parecer es solo posible mediante la gracia, porque el único que verdaderamente nos conoce es aquel que nos ha creado). Llegados a este nivel somos verdaderamente instrumentos de Dios, otros Cristos que ayudamos a revelar el hombre al hombre. Somos capaces de conectar no solo con la realidad emocional de quien nos habla sino con su posibilidad futura, con su verdadera identidad.
¿Es nuestra escucha siempre generativa? ¡No! Pero se puede aprender a escuchar, y esta es nuestra esperanza. El resto del encuentro aprendimos a hacer auto-escucha con Pauline, a orar con la Biblia (Escrutaceo) de la mano de Mateo, a ser líderes amplificadores con la ponencia de Paulina Mamiaga … daría para otro artículo entero. Me llevo a casa muchas cosas de este fin de semana, pero sobre todo el deseo de crecer en mi capacidad de escuchar desde el corazón y desde la voluntad, para así poder servir mejor a los jóvenes que tenemos a nuestro cargo.
Claudia Regojo Montero
Misión de Frankfurt