La más reciente cumbre de la ONU sobre cambio climático (COP 28) tuvo lugar en la ciudad de Dubai en los Emiratos árabes Unidos del 30 de noviembre al 12 de diciembre. Esta cumbre rompió el récord de participación con casi 100,000 participantes, representando todos los sectores de la sociedad, aunque la atención recaía principalmente en los representantes gubernamentales de casi 200 países y las decisiones que ellos tomarían. Hablando de récords, el 2023 ha sido el año más caliente registrado en la historia, y en este contexto la COP 28 adquirió mayor importancia porque su principal objetivo era concluir la primera evaluación global del cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París.
Los informes científicos confirmaron que estamos muy lejos de alcanzar a limitar el aumento de temperatura a menos de 1.5°C y que las metas actuales de los países son insuficientes para reducir la cantidad de gases que provocan el calentamiento global. Por lo tanto, era fundamental que los países adquirieran compromisos para retomar el rumbo. Las largas horas de negociaciones dieron frutos y, por primera vez en la historia de estas conferencias, todos los países se comprometen a acelerar la transición hacia la eliminación del uso de los combustibles fósiles para generar energía, con miras a llegar a emisiones cero en el 2050. Inicialmente, muchos países productores de petróleo se opusieron, pero al final aceptaron una transición gradual, tomando en cuenta fuentes alternativas y opciones tecnológicas a fin de ajustar sus economías altamente dependientes del petróleo. Para muchos, esta decisión es histórica y marca el inicio del fin de la era de los combustibles fósiles. Asimismo, se acuerda triplicar la capacidad disponible de energías renovables y duplicar su eficiencia energética para el 2030. También, una alianza de 155 países se comprometió a reducir las emisiones de metano (un gas 20 veces más potente que el dióxido de carbono).
Otro de los resultados más alentadores se materializó el primer día de la cumbre, al formalizarse un nuevo fondo internacional para cubrir los costos de las pérdidas y daños causados por el cambio climático en los países menos desarrollados. Varios países, empezando por los Emiratos árabes Unidos, la Unión Europea, Alemania, Estados Unidos y otros anunciaron una aportación inicial de 700 millones de dólares.
Los países también ratificaron su intención de presentar en 2025 planes nacionales de acción climática más ambiciosos alineados con los objetivos de limitar el aumento de temperatura a menos de 1.5°C. Dichos planes, claro, deberán basarse en la cantidad de emisiones y capacidades de cada país, es decir los países que contribuyen más deberán reducir aún más.
Si bien la COP 28, para muchos tuvo un balance positivo, para los países más vulnerables como son las islas, aún no es suficiente y lo más importante es que ahora sabemos que se tiene que hacer y cómo hacerlo, pero se necesita la voluntad política para llevarlo a cabo con la premura necesaria, si queremos reducir los impactos previstos con cada grado que aumente la temperatura.
El Vaticano jugó un papel importante en las negociaciones, transmitiendo el mensaje del Papa Francisco (quien por cuestiones de salud, no pudo asistir a la COP 28), plasmado en su nueva encíclica Laudate Deum, dedicada exclusivamente al cambio climático, y en el mismo estilo de Laudato Si, hace un llamado a la reflexión de los gobiernos y la sociedad en general, invitando a cada uno de nosotros a acompañar este camino de reconciliación con el mundo que nos alberga y a embellecerlo con el propio aporte, porque ese empeño propio tiene que ver con la dignidad personal y con los grandes valores.
Alejandro Kilpatrick
Ingeniero Ambiental
Organización Naciones Unidas
(ONU) Bonn, Alemania
Quelle: Frederik Pischke / Umweltbundesamt