Nacida en Alemania, en el año 1098 en Bemerheim, fue la décima hija de una piadosa, noble y rica pareja quienes dando gracias a Dios por la bondad y alegría con la que bendijo su hogar, decidieron dar a esta hija que tanto amaban, como diezmo a Dios.
La priora del Monasterio Benedictino en Disibodengberg*,Jutta von Sponheim (una familiar de la pareja), sería la encargada de educar a Hildegarda desde edad temprana en lectura, escritura, artes, conocimiento de las Sagradas Escrituras, así como canto, latín, etc.
Allí en el monasterio, Santa Hildegarda fue adentrándose en la intensa vida de oración y caridad ejercida por las hermanas, llegándose a ganar su profundo afecto y reconocimiento. Luego de su entrada definitiva al monasterio, la realización de los votos perpetuos y la muerte de Jutta, Hildegarda fue escogida como priora, permaneciendo allí hasta 1150, año en el que decide “trasladar” el convento a la tumba de San Ruperto (en Rupersberg), contruyendo allí el monasterio en el que murió en 1179.
Desde la mas tierna edad, Hildegarda manifestó un entendimiento extraordinario de la creación y se dice, que “veía cosas que los demás no veían y entendía cosas que los demás no entendían” por medio de revelaciones, como diría ella de “La Luz Viviente”. Estas experiencias y conocimientos sobrenaturales fueron ya inaceptados, razón por lo cual, decidió hacer de estas experiencias místicas algo escondido y personal.
A la edad de 42 años, tuvo una experiencia mística tan intensa que cambió su vida: “La Luz Viviente” que la acompañaba desde su niñez, resquebrajó con todas sus fuerzas la tranquilidad de su alma y escuchó la voz de Dios, quien la exhortaba a escribir todo aquello que viese y escuchase. Hildegarda, oponiendo resistencia al mandato Divino, cayó inválida sin poder moverse más. En medio de esta enfermedad, reconoció lo que Dios quería decirle: Debía darle el SÍ definitivo y obedecer! Así lo hizo y al instante sanó. El monje Volmar, comenzó a escribir (en Latín) los dictados que “La Luz Viviente” daba a Santa Hildegarda. Entre ellos se encuentran profecías, obras musicales inigualables (como el himno “O Ignis Spiritus”) y obras escritas como:
“Physica” tratado sobre plantas medicinales y propiedades de los elementos y seres de la naturaleza.
“Cause et cure” que trata sobre la causa y cura de nuestras enfermedades.
Y su obra principal, “Trilogía teológica” que consta de:
- Scivias: conoce los caminos del Señor.
- Liber Vitae Meritorum: Libro de los méritos de la vida, habla de la influencia del alma en nuestra salud.
III. Liber Divinorum Operum: Libro de las obras Divinas, trata de la influencia del cosmos en la salud.
No fue fácil recibir el permiso de escritura por parte de las autoridades clericales pues, hasta el momento, la escritura de visiones, tratados teológicos y la realización de misiones proféticas era algo reservado únicamente al clero masculino.
S.Hildegarda informaba a personajes Santos e influyentes (de quienes recibió apoyo), su mandato divino de hacer públicas sus obras. En el Sínodo de Trier, se expuso su caso y San Bernardo de Claraveux apoyó a Hildegarda, pidiendo “que su Luz no fuese apagada”. Así se concedió el permiso de hacer públicas sus obras escritas de procedencia Divina. Con el permiso Papal de su misión profética, Santa Hildegarda, fue la primera mujer en predicar al clero y al pueblo, a ella acudían personas de todos los rincones para escuchar sus prédicas, pedir consejo y obtener curaciones. Entabló comunicación con Papas, hombres influyentes, emperadores y figuras nobles y notables y así se convirtió en una de las mujeres más influyentes, quizá superada en documentación histórica por Santa Juana de Arco, quien es la Santa más documentada del medioevo a razón de sus procesos.
Santa Hildegarda, controvertida y brillante Doctora de la Iglesia, ha servido de símbolo e inspiración a un sinnúmero de iniciativas y grupos feministas, quienes lamentablemente, han llegado también a profanar su nombre, creyendo que su influencia política y social y la ruptura de los esquemas de su época, se trataba de una lucha meramente humana e intelectual, tratándose en realidad, de una lucha en la que Hildegarda fue el instrumento Divino para sembrar e implementar la voluntad de Dios en medio de la pervertida realidad humana de su época. No podemos olvidar que los famosos discursos y enseñanzas de esta Santa, no fueron meros intelectualismos revolucionarios, sino, que toda su vida y obra exhortaba primeramente, a la obediencia a la palabra de Dios, al celo por su Ley Divina y a la fidelidad a la Santa Iglesia Católica. Motivando por doquier a una vida de Santidad y fidelidad a Dios y enseñando desde su visión mística y profética el amor al Padre y a todas sus obras.
Esta Santa, a pesar de la distancia cronológica con nuestra época, se encuentra más actual que nunca:
mujer de espíritu valiente, que puede inspirar nuestras labores cotidianas de amor y servicio a Dios y al prójimo. Enseñándonos, por ejemplo, la manera de convertir nuestros defectos en virtudes y ser así luz para nuestros hogares y “Sal para la tierra”. Sus revelaciones nos enseñan también, que plantas, alimentos y condimentos (de fácil implementación en el hogar) sirven como efectivas medicinas naturales, para prevenir y curar las mas diversas dolencias y enfermedades y así cuidar de nuestros seres más amados, llevándonos de esta manera, a recorrer un camino sanador y santificante.
Pidámosle pues, a esta hermana en el cielo, que nos infunda su espíritu fuerte y perseverante, para luchar heroicamente por aquellas virtudes que nuestra alma necesita para vivir en salud y felicidad de espíritu aquí en la tierra y alcanzar el anhelado cielo!
Santa Hildegarda, ruega por nosotros! Amén!
*Disibodenberg, fué el lugar donde San Disibodo construyó su eremitorio y se dedicó a evangelizar la región. allí se levantaría anos mas tarde, algunas Iglesias como lugar de resguardo de sus reliquias, para dar luego paso al Monasterio Benedictino de Disibodengberg.
* Santa Hildegarda erigió el Monasterio de Rupesberg (a la otra orilla del Rio) en el lugar de la Tumba de San Ruperto de Bingen, Santo a quien ella veneraba profundamente.
Diana Garcia