Dos historias (dos símbolos) marcaron el conflicto religioso más intenso del otoño de 2019 desde la perspectiva de la Iglesia Católica, en una línea sorprendente, que afecta en especial a los hispanos emigrantes en Europa Occidental.
La primera historia se refiere al germen fecundante de la Pachamama, signo divino de la Madre Tierra que, en formas diversas ha marcado la historia de la cristiandad latinoamericana, donde la fe bíblica, de tipo más patriarcal y jurídico, ha pactado con el sustrato materno y femenino de la piedad venerable de sus pueblos. Con ocasión del Sínodo para Amazonia (octubre), muchos representantes de diversas comunidades populares de América han llevado a Roma, como signo de su identidad, la Pachamama, representada como mujer embarazada, “madre tierra divina”, Dios materno, de quien todos nacemos, en quien vivimos y somos (Hechos 17, 28).
Ese signo había sido acogido y desarrollado por la tradición católica europea a través de la Virgen María, Madre de Dios, tal como aparece representada histórica y bíblicamente por María, la Madre de Jesús. Así la han entendido y acogido, desde su tradición, los pueblos americanos. María no es “Dios en sí”, pero es, junto a Jesús, hombre sufriente, varón de dolores, el signo más intenso de la presencia divina, como una Biblia personificada, de manera que la Gran Biblia americana se ha expresado (concretado) en la Madre María, Virgen de Guadalupe o Copacabana, por poner dos ejemplos.
Lógicamente, el Papa Francisco, latinoamericano y romano, no ha tenido dificultad en acoger y bendecir ese signo mariano (ecológico, eclesial) de Dios, como expresión del materno y fraterno (sagrado) de la tierra, representada por la Pachamama, que aparece así como preparación y comentario de la Palabra de Dios, transmitida por la Biblia.
Pero han surgido en la misma Roma algunos fanáticos que, queriendo imponer un tipo de purismo exclusivista, han arrojado la imagen de la Pachamama a las aguas del Río Tíber, sin darse cuenta que la Virgen María con la Pachamama están más a gusto dialogando al servicio de la vida en el gran río de la vida (Tíber o Amazonas) que en un tipo de religión exclusivista.
La segunda historia se refiere al signo de la Biblia del Palacio de Gobierno de Bolivia (noviembre 2019). La problemática de fondo es más compleja (tiene otros matices políticos y económico), pero puede condensarse diciendo que algunos bolivianos se habían sentido molestos con un gobierno dirigido en los últimos años por personas más cercanas a la tradición y culto de la Pachamama. Por eso, aprovechando pretendidas irregularidades legales han logrado invalidar las elecciones, y expulsar del país al presidente, que les parecía partidario de la Pachamama (de una fraternidad desde el pueblo, no desde el dinero)
Pero los nuevos gobernantes no han actuado simplemente por motivos económico‒políticos, sino que han apelado al veredicto de la Biblia, para entronizarla nuevamente (dicen) en el palacio de gobierno, como si hubiera que gobernar con ella y no con la Pachamama, al servicio de unos poderes económico‒sociales (culturales) que parecen estar representados por una Biblia propia de los Occidentales ilustrados y no por la Pachamama de las tradiciones ancestrales de los pueblos amazónicos, andinos o proto‒americanos.
No se dice que hayan arrojado la Pachamama al río, como en Roma, pero la han arrinconado en el palacio del gobierno, para entronizar en el centro a la Biblia, cosa que es buena, siempre que no se olvide que ella ha guiado a los israelitas desde la Diosa‒Madre‒Tierra (Ashera o Pachamama de los cananeos), al Padre‒Madre de Jesús, que libera y acoge en comunión a todos los pueblos y culturas, con el signo de Jesús crucificado y de su Madre María (mujer concreta y Pacha‒Mama), por amor y comunión universal, no por imposición político‒económica.
Éstas han sido, a mi entender, las dos “historias” principales del otoño de 2019 para los cristianos, en especial para los que vienen de América Latina y quieren dialogar con el modelo económico y cultural de occidente, sin caer en el capitalismo, y sin perder los lazos de igualdad y fraternidad simbolizados por María de Nazaret, la Pachamama de todos los oprimidos del mundo, conforme al Magnificat (Lc 1,46‒55). Así lo ha querido destacar el Papa Francisco, al centrar en la Virgen su ideal de libertad y de justicia ecológica, empezando por América Latina. En esa línea podemos aceptar el gesto de los que en el Palacio de Gobierno de Bolivia han querido volver a la Biblia, pero no a una Biblia al servicio de unas élites capitalistas, dominadas por Mamón, sino a la Biblia de Jesús y de María, como libro de comunión para todos los hombres y mujeres de la tierra.
Xabier Pikaza Ibarrondo
Ha sido profesor de Teología en Universidad Pontificia de Salamanca, España (1973‒2003). Casado con M. Isabel Pérez. Entre sus obras, en ese campo: Diccionario de las tres religiones (en colaboración con V. Haya. Estella 2009); Gran Diccionario de la Biblia, Estella 2015; Comentarios a Marcos y a Mateo (Estella 2012 y 2017). Sus últimas obras son 40 palabras para entender a Jesús (con V. Haya, Madrid 2019); Dios o el dinero. Teología y economía (Santander 2019) y Biblia‒Ciudad (Estella 2019). Ha desarrollado el tema de la “misión americana” en Hombre y mujer en las grandes religiones (Estella 1979)