En Alemania soy la española y en España… la alemana” me decía una joven en Remscheid cerca de Düsseldorf, en Renania del Norte-Westfalia, donde hay muchos emigrantes de habla española. “Soy hijo de un español y una alemana”. O viceversa. O hijo de padres latinos integrados en la Misión católica. El reto de la identidad personal con su doble cultura de pertenencia (de origen y de destino) aflora en sus repuestas. Pronto se darán cuenta de la riqueza que esto supone como promueven incansablemente el Departamento de Formación (Referat Bildung) y la Confederación de Asociaciones Españolas de Padres de Familia en Alemania. Muchos de sus antecesores se comprometieron para superar un difícil proceso de integración del que ahora se aprovechan las generaciones que llegan. Un proceso que, aun hoy, continúa siendo un ejemplo para otros grupos de extranjeros por haber conseguido que los hijos de aquellos “Gastarbeiter” fuesen la comunidad de inmigrantes que logró más títulos universitarios. A veces, superando incluso a los propios alemanes.
Nosotros los españoles también hemos sido ‘extraños en Egipto’, y también hemos ‘comido y aún comemos cebollas en Egipto’; también hemos cruzado el mar Rojo, y hemos sido y somos emigrantes . Ahí está la gran labor de las Misiones Católicas de Lengua Española en Europa (Alemania, Francia, Bélgica Holanda, Suiza, Londres…) en algunos casos más que centenarias. Muchas de esas misiones recibieron la medalla de la emigración española. Su grabado tiene dos manos y entre ellas la figura de una paloma y la inscripción «Honor de la Emigración». En el reverso puede leerse esa inscripción «Olor a tierra ausente, a perfume de luz», frase de D. Miguel de Unamuno.
Frase grabada en la medalla… y en el corazón.
Se vuelve a poner sobre el tapete la gran riqueza de una identidad enriquecida cuando se mantiene bien la cultura de origen y se comprende complementada por la cultura de destino. O viceversa. Al fin y al cabo, el cielo, la luz, la primavera, la tierra…todo nos nutre en la Casa Común para quien sabe vivir agradecido sin poner exclusiones ni fronteras.
“Huele a cielo de España,
olor de la luz del sur,
al cielo de mis sueños,
sueños de la juventud!
Olor a primavera,
a verdura en azul,
olor a tierra ausente,
a perfume de luz!”
P .José Luis Pinilla S.J.
Director del Secretariado de Migraciones de la
Conferencia Episcopal Española