Son las cuatro y media de la tarde de un martes cualquiera cuando David abre la puerta de su casa en algún lugar de Alemania. El joven de 13 años que acaba de llegar del instituto, sonríe sorprendido al ver a su padre, le da un beso y deja caer encima de la silla una mochila que a esas horas del día pesa toneladas. Su madre está todavía en la oficina, pero hoy debido a la cancelación de un meeting su padre está inesperadamente en casa. David se marcha rápidamente a su habitación y busca en la estantería el cuaderno de español. Su padre lo observa curioso y ve como David sale con una mochila algo más pequeña que la del instituto en la que mete, no sólo el cuaderno sino también una toalla, una botas de fútbol, gel, champú y ropa para cambiarse.
El padre antes de recordarle que no olvide la botella de agua para el entrenamiento, le pregunta si en esa tarde también tiene clase de español. Su hijo le responde a regañadientes que sí y añade disgustado que a lo largo de la semana no tuvo tiempo de realizar las actividades online. Ya corriendo el joven dice que se va en bicicleta para poder seguir directamente del Aula de Español al entrenamiento. El padre le pregunta si no va a comer nada antes, pero su hijo le recrimina que no tiene tiempo, que comerá cuando vuelva, antes de estudiar para el test de vocabulario de inglés para el día siguiente…
El quehacer de David es arquetípico y puede representar al de cualquier chico o chica descendiente de emigrantes en Alemania. Nadie desconoce lo decisivo que son los años de la niñez y de la adolescencia para el aprendizaje en general y en especial para la adquisición de segundas o terceras lenguas. Como se ha visto en el caso de David, las clases de español forman parte de un maremágnum de obligaciones diarias que pueden convertirlas en una pesada carga.
Llegados a tal punto, conviene sentarse con nuestros hijos y hacer fríamente una análisis de las actividades extraescolares que a menudo colapsan el día a día de nuestros jóvenes y seleccionar para crear espacios crucialmente necesarios de ocio y descanso. Sin menospreciar ninguna, hay que preguntarse qué actividades son las preferidas, cuáles son pagables y en la misma medida necesarias, cuáles son fundamentales para el desarrollo de la personalidad e identidad del joven.
David quizás no sea todavía consciente de que las clases de español pertenecen sin duda al último grupo. El tiempo se lo confirmará.
Óscar Vílches
Profesor de Gymnasium: Historia/Español
Asoc. Padres Familia Hornberg (Selva Negra)