La cuestión del clima se ha transformado en un escenario de crisis. Muchos actores y grupos sociales observan alarmados cómo se agotan las oportunidades de ingresar en un proceso irreversible que dañará nuestra calidad de vida o incluso que impactará en nuestra subsistencia. La sequía, las inundaciones, el calentamiento global son apenas muestras de ello.
En Alemania el clima se ha convertido en un factor político de relevancia. Por un lado, el partido verde ha logrado articular un discurso renovado y pragmático de la mano de su nuevo líder Robert Habeck. Esto ha llevado a la formación ecologista a obtener resultados históricos a nivel regional en los ricos Estados federados del sur germano. Y como consecuencia de ello, los verdes están en condiciones de competir e incluso ganar las próximas elecciones federales.
Por otro lado, el nivel político de la revolución verde se complementa con un movimiento social internacional: Fridays for Future. Cientos de miles de jóvenes en diversos países han decidido salir y hacer escuchar su voz. Se trata de una generación que quiere recibir un mundo habitable y no uno en peligro. El reclamo no sólo es auténtico, sino que es justo: ¿por qué deben hacerse cargo de los problemas que deja el comportamiento irresponsable y egoísta de generaciones anteriores?
La clave de la revolución verde radica en la capacidad de los representantes políticos de entender que el reclamo es más que un tema de agenda. Se trata de una cuestión existencial. Si la crisis del clima obtiene ese grado de importancia y se convierte en prioridad, tal vez tengamos una oportunidad de que no sea irreversible.