Europa continúa siendo un líder en lo que respecta a la protección ambiental y la lucha contra el cambio climático, a través de planes y políticas ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) causantes del calentamiento global. Un ejemplo es el recientemente aprobado “Pacto Verde Europeo” cuyo objetivo es lograr la neutralidad climática para el 2050, es decir que las emisiones netas de los GEI lleguen a cero. Para lograrlo, se ha establecido una meta de reducción de emisiones del 55% para el año 2030, comparado con las emisiones del año 1990.

La generación y uso de energía representan el 75% de las emisiones de GEI, y es el sector que requiere una mayor transición hacia energías limpias, el cual ya viene mostrando resultados importantes. La Comisión Europea informó en 2021 que, por primera vez las energías renovables alcanzaron el primer lugar, generando el 38% de la electricidad, seguidas por los combustibles fósiles con un 37%. A la fecha, 9 miembros de la Unión Europea ya han eliminado el uso del carbón, otros 13 han fijado una fecha para su eliminación y 4 más están considerando fechas. A pesar de estos importantes avances, los análisis indican que mucho queda aún por hacer si realmente se quieren lograr las metas definidas, algo complicado en Europa por la aún persistente dependencia del gas natural. 7
Es bien sabido que el gas natural, como fuente de energía, es más limpia que otros combustibles fósiles, por ejemplo genera la mitad de las emisiones que el carbón, pero igualmente su uso produce cantidades importantes de GEI. Actualmente, alrededor del 22% de los requerimientos energéticos europeos dependen del gas natural, y para cumplir con los objetivos climáticos europeos, su consumo debería reducirse en 37% para el 2030. Rusia es el principal proveedor de gas natural de Europa, contribuyendo con un tercio del suministro. Como todos hemos visto, los costos energéticos en general, y en particular de la electricidad en toda Europa, han aumentado considerablemente en los últimos meses, debido en gran medida a las actuales tensiones geopolíticas con Rusia, a quien se le acusa de promover la escasez de gas para presionar a la Unión Europea, en el marco de la actual confrontación con Ucrania.
Por otro lado, la energía nuclear es otra de las fuentes que algunos países europeos, como Francia, utilizan para satisfacer sus necesidades energéticas. La energía nuclear es una de las fuentes más limpias ya que no genera emisiones de GEI, pero conlleva potenciales riesgos al medio ambiente y la salud humana, si ocurriera un accidente o debido a un mal manejo de los residuos que genera, por lo que su uso es muy criticado por muchos.
El gobierno de Angela Merkel tomó en 2011 la decisión de cerrar todas las plantas nucleares del país, después del accidente de la central de Fukushima en Japón que liberó grandes cantidades de radiación.
En Alemania, a finales del 2021 se cerraron tres plantas nucleares como parte de la estrategia nacional para eliminar el uso de este tipo de energía. Esto significa que ahora solo quedan tres plantas nucleares activas, las cuales cesarán de operar a finales del 2022. Dichas plantas generaban aproximadamente el equivalente a la energía producida por 1000 turbinas eólicas.
En resumen, podemos ver que el camino de Europa hacia la neutralidad climática tiene bases sólidas, pero existen aún muchos factores, sobre todo políticos y económicos, que pudieran poner en riesgo el alcance de las metas del Pacto Verde Europeo, pero a su vez está claro que las energías limpias ya son claramente una opción viable tanto económica como ambientalmente.
Alejandro Kilpatrick
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