Un monje benedictino nuevo párroco de la Misión Católica de Múnich
El P. Juan Antonio es un monje benedictino de la Archiabadía de Santa Otilia (Múnich). Desde septiembre de 2019 presta su servicio a la Iglesia como párroco de la Misión Católica de Lengua Española de la Archidiócesis de München y Freising, que atiende a una comunidad de hispanohablantes de alrededor 20.000 personas.
Desde un monasterio situado en plena ruta Jacobea hasta la esplendorosa y próspera urbe bávara de Múnich. El P. Juan Antonio Torres, oriundo de las tierras de Castilla (España), nos descubre retazos de su biografía personal y su visión particular sobre la realidad eclesial alemana, desde sus heterogéneas experiencias pastorales.
Fundación de un monasterio en España
La congregación benedictina a la que pertenece el P. Juan Antonio tiene su origen en Alemania y su carisma característico es la misión.
En un lugar emblemático del Camino de Santiago, los misioneros benedictinos fundaron el Monasterio de San Salvador del Monte Irago (Rabanal del Camino). El P. Juan Antonio fue superior de ese monasterio desde su fundación en 1999 hasta el 2010.
Durante los años que estuvo de superior mantuvo un contacto continuo con peregrinos alemanes. Desde el 2002 y con el fin de estudiar el idioma alemán, decidió pasar tres meses al año en el monasterio bávaro de Santa Otilia.
Cambio de planes. Primer contacto con la Misión
En el 2010 fue enviado a Alemania, siendo llamado a vivir permanentemente en la Abadía de Santa Otilia. En un primer momento el P. Juan Antonio asistió a clases de Derecho Canónico en la Universidad de Múnich, aunque paulatinamente las labores pastorales fueron tomando protagonismo.
Según el P. Juan Antonio “…a esta época se remonta (su) conocimiento de la Misión Católica de Múnich“.
El P. Alberto Martínez y las Hermanas del Ángel de la Guarda le hicieron sentirse como en casa y comenzó a colaborar en los encuentros de fin de semana con matrimonios.
En el 2017 fue destinado durante un año, en calidad de vicario, a un grupo de parroquias en la zona rural de la diócesis de Augsburgo. Describe su trabajo allí como rodeado de “…un ambiente encantador“.
Luces y sombras de la Iglesia alemana
Vida monástica
El P. Juan Antonio nos explica que “la restauración de la vida monástica en Alemania se produjo baja la condición de que asumieran un cierto trabajo pastoral“. Por ello, “la vida estrictamente contemplativa (es) prácticamente inexistente en la Iglesia alemana“, lo que conlleva a su entender “algunas graves deficiencias en la vida espiritual del cristianismo alemán“.
La creciente influencia protestante, según el P. Juan Antonio, ha hecho que en Alemania “se sobrevalorara cierto discurso teológico o exegético, en detrimento de la espiritualidad tradicional o de la importancia de la oración. Triunfan los expertos profesores sobre los carismáticos o espirituales, la razón sobre la fe, el hacer sobre el ser“.
Vida parroquial rural
Los diez años que estuvo el P. Juan Antonio de párroco rural en España le ayudaron a comprender y analizar esa misma realidad en los pueblos de la diócesis de Augsburgo.
Entre los aspectos que le llamaron la atención de la vida parroquial en la Baviera rural fue “la enorme estructura administrativa de la unidad parroquial“ donde existían diversas guarderías, sacristanes, personal administrativo, de limpieza y mantenimiento,…“ en total “un personal de varias decenas de trabajadores“ para una unidad parroquial compuesta por 8.000 católicos. En la que, según el P. Juan Antonio, “el párroco, autoridad jerárquica indiscutible de la comunidad, debía dedicar gran parte de su trabajo a la administración“.
En la vida parroquial, centrada en la actividad litúrgico-sacramental, también existía lugar para la visita a enfermos y ancianos, y apoyo en la acogida de un pequeño número de inmigrantes.
El P. Juan Antonio quedó sorprendido al encontrarse “con un concepto absolutamente extraño: la necesidad de pagar el impuesto de la Iglesia para considerarse en comunión con ella“.
Al igual que en España existe “un fuerte peso de la piedad tradicional (…) y una participación en la vida litúrgica comunitaria más bien escasa en proporción al número teórico de fieles“.
Misiones de lengua extranjera
El P. Juan Antonio reconoce el gran esfuerzo de la Diócesis en “ofrecer un servicio a los católicos de las distintas naciones“, pero critica “el hecho de que canónicamente no hayan sido constituidas las misiones en parroquias personales (…) reduciéndolas a oficinas de la Curia diocesana (…) con escaso margen de independencia y autogestión“.
Opina que “las Misiones extranjeras ofrecen una magnífica oportunidad para la evangelización de la población inmigrante…“ aunque, a veces, choca “con la pretensión de la Iglesia local de integrar a los extranjeros dentro de sus propias estructuras eclesiales“.
“En la aldea global en que se ha convertido nuestro mundo, parece adecuado respetar la propia personalidad del cristianismo de cada pueblo“. P. Juan Antonio Torres
Hablando de los inmigrantes hispanohablantes el P. Juan Antonio opina que “lo importante no es su mayor o menor integración en la estructura eclesial alemana; de hecho, la vida laboral y civil obliga a las personas a esa integración; lo importante consiste en que cada creyente pueda vivir su fe en su forma peculiar de comprenderla“.
El P. Juan Antonio finaliza confesándonos que, a pesar de llevar muchos años en Alemania, cuando él quiere hablar con Dios lo hace en su lengua materna, el castellano.