A partir de la segunda década de este siglo en todos los países desarrollados se registra un fenómeno sin precedentes, según el cual un número considerable de personas afirman ser del sexo contrario al que indicarían sus genitales y los cromosomas que llevan en cada una de las células de su cuerpo. Estas personas tienen unos perfiles demográficos bien definidos: en su amplia mayoría se trata de adolescentes, y a su vez muy mayoritariamente el fenómeno aparece en el sexo femenino. Las cifras son verdaderamente preocupantes: en todos estos países el número de estos adolescentes que demandan atención profesional para iniciar procesos médicos que les permita imitar todo lo posible las características corporales del nuevo sexo que afirman ser se han incrementado entre un 5.000% y un 10.000%. Estamos ante las llamadas “personas trans”.
Esta casuística viene acompañada de una ideología —a veces se le llama “woke”, “queer” o “transactivista”— que reta conocimientos previos. Ahora el sexo “se asigna al nacer” por banalidades como los genitales. No existen dos sexos sino un espectro infinito de ellos entre los varones y las mujeres tradicionales. El sexo es mudable y se puede cambiar a voluntad. El sexo es una esencia íntima con la que las personas se identifican más que una realidad verificable y objetiva. El sexo no tiene que ver con la reproducción. Se puede nacer en el cuerpo equivocado. Estas insensateces se enmarcan en una filosofía posmoderna que, en su resumen mundano, viene a decir que la verdad no existe o es menos fiable que la subjetividad y que todo el conocimiento acumulado hasta la actualidad no es más que una trampa blanca, colonial, cisheteropatriarcal, para mantener oprimidas a las identidades no normativas. Esta retórica está triunfando.
Lo que se presenta como un movimiento progresista y revolucionario resulta al final ser reaccionario y machista. En el fondo no se está luchando contra los estereotipos sexuales tradicionales, sino invirtiendo la relación entre éstos y el sexo. En vez de defender, como hizo el machismo tradicional, que las chicas no juegan al fútbol —haciendo depender el estereotipo sexual del sexo—, se defiende ahora que quienes jueguen al fútbol no son chicas —haciendo depender el sexo del estereotipo sexual—. La palabra mágica que justifica estos disparates es “género”, que ha pasado de referirse a las implicaciones que socialmente tiene el sexo y que el individuo aprende socialmente —las chicas son coquetas, sumisas y domésticas, los chicos son rudos, toman la iniciativa y trabajan en el exterior— a representar una esencia íntima autogenerada cuya libre expresión ha de ser la tarea principal de la política.
Y los adolescentes, claro, caen fácilmente en este enredo, que les proporciona un lenguaje nuevo, una estética, unos nuevos héroes, un cauce noble y elevado para su narcisismo, y la posibilidad de ser superespeciales en cuanto al yo y al sexo. Qué más puede pedir un joven que vive metido en Instagram, Netflix y TikTok, bajo el mayor bombardeo publicitario de la historia. Qué mejor solución puede encontrar a los problemas universales y eternos de la adolescencia —el inicio de la vida sexual, la necesidad de diferenciarse, el miedo ante la edad adulta…—, especialmente si al adolescente se le están haciendo especialmente cuesta arriba estas cuestiones. Habría muchísimo más que comentar acerca de este tema y este breve texto sólo es un apunte introductorio a esta preocupante cuestión, que está ocurriendo delante de nosotros sin que nos demos cuenta, y a la que como sociedad estamos obligados a dar respuesta con sensatez, empatía y rigor, y no con modas, ideologías demagógicas e intereses económicos.
Prof. Dr. José Errasti
Doctor en Psicología Clínica y profesor titular de Psicología de la Personalidad de la Universidad de Oviedo.
Autor y coautor de diversos libros y artículos académicos
Libros sobre el tema donde el Dr. José Errasti ha sido coautor:
“Nadie nace en un cuerpo equivocado. Éxito y miseria de la identidad de género” (2022). Edit. Deusto
“Mamá, soy trans. Una guía para familias de adolescentes con conflictos de género” (2023). Edit. Deusto